sábado, 23 de febrero de 2013

Es complicado entender la hipocresía del ser humano. 
Por alguna estúpida razón llegamos a la conclusión de que el amor está en el aire, a la vuelta de la esquina, pero "si tiene que llegar llegará", creemos que todo viene de arriba, cuando en realidad ni siquiera sabemos que hay más allá. Después de nuestros límites, después de la frontera de nuestra imaginación, de nuestra creatividad. 
Andamos cegados por el camino que conduce a la vida, quizá sea de tanto buscar.
Necesitamos una pausa, un tiempo para meditar, para revaluar nuestras ideas, para plasmarlas en un papel, para dibujar. 
Hay una diferencia entre el "debemos" y el "podemos".
Debemos mirar baldosas atrás, retroceder unos cuantos años, quedarnos en la infancia, en el soñar.
¿Podemos? Claro que no, lo hecho, hecho está. 
Si todos tuviésemos una máquina del tiempo viajaríamos al pasado para enmendar nuestros errores, y al futuro, para descubrir lo que nos sucederá. Porque vivimos con miedo, con miedo a no saber, a morir, a yacer, y cuando le das un giro de trescientos sesenta grados a tu vida te das cuenta de que de eso se trata VIVIR, andar, sentir, soñar, viajar, descubrir. ¿Y el presente? Para eso no nos sirve la máquina del tiempo. A veces ni cuenta nos damos en que tiempo vivimos (preocupados por el ayer y por el mañana) el hoy no es vivido. 
Llega una etapa de tu vida (ya tengas diez, veinte, cuarenta u ochenta años) donde abres los ojos, ves la realidad (porque hay una sola), donde ves la pobreza, donde ves la felicidad, donde sientes que tienes que hacer algo, actuar. Miras a tu alrededor y al fin caes en la cuenta, solo vienes al mundo, solo te irás, y justo cuando estás al borde del precipicio, cambias, intentas dejar la huella, la marca, no para comprar el cielo, ni el infierno, para quedar en el recuerdo de cada ser. 
Para vivir eternamente.

lunes, 18 de febrero de 2013

Y pensar que nos lo dan todo, teniendo tan poco.
Te roban el alma, si jugando la dejas escapar. Pero a cambio te devuelven una sonrisa, te dan la fuerza y el aliento para seguir, para luchar. 
Te enseñan a compartir, a valorar. Porque la simplicidad es la causa de su felicidad. 
A veces priorizamos el "tener cada vez más", antes que el tacto, antes que lo esencial. Ellos necesitan un abrazo, necesitan que le enseñes a volar. Viven con lo justo o quizá con menos de la mitad, mientras nosotros aún priorizamos lo material. Lindo sería pasar por una experiencia tal, solo para sentir la aventura que es para ellos "vivir el día a día".
Porque es tan lindo velos reír, verlos disfrutar.
Porque sus miradas traen paz, esa "paz" que el alma pide a gritos, esa "paz" que nos hace pensar, meditar, esa "paz" que alivia, que sana.
Entonces, digamos que si tienes frío, sabes a quien acudir, a quien abrazar.
No hace falta ser dotado de gran corazón para entender lo que implica estar en su situación. Solamente saber ver realidades, e intentar ayudar.
Es absolutamente hermoso dar y no recibir nada a cambio, vale la pena, está garantizado.
Y así pasar tardes cantando.
¿el fin? no busques una causa, no la habrá, hazlo de corazón, aprende a amar.


Fotografía: Florencia Ochi








domingo, 17 de febrero de 2013

Una vez más en la lucha, en la última batalla que conoceré, vivir o morir en este día.